El dolor de mi Fibromialgia

     El dolor a pesar de ser, cómo diría mi madre, más antiguo que el hilo negro; no es fácil de definir, hasta que en 1979 la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo describe de la forma más ampliamente aceptada:      "El dolor es una experiencia sensorial o emocional desagradable asociada a un daño real o potencial en un tejido, o descrito en términos de dicho daño"

     
     Eso es el dolor.
     Una experiencia.
     
     Mi experiencia; porque mi definición particular del dolor, de mí dolor es subjetiva, depende de mis vivencias, mi educación, de mi estado emocional, laboral, social, incluso económico. Sí, económico, porque seamos sinceros, con dinero los males son menos, en el sentido de que no tienes las preocupaciones añadidas de los que tenemos que hacer cuentas y malabares para llegar a fin de mes, rezando al mismo tiempo para que no surja ningún extra, porque te desbarata la economía y el cuerpo, o sencillamente tenemos que trabajar porque no tenemos otra opción, así que aguantando el dolor intentamos cumplir la jornada laboral que nos toque.

       Y es que esto de tener un cuerpo, un cerebro tan sensible es un coñazo, con perdón; todo me afecta, todo influye. Claro que también tiene algo que ver que hemos convertido la fibromialgia en el cajón de sastre en el que todo tiene cabida. Qué te duele un brazo, la fibro; qué te mareas, la fibro; qué te da fiebre, la fibro; que no duermes, la fibro y así con cualquier cosa que te ocurra. 
     Aunque bien pensado, hay dos opciones, o es la fibro, o es que tienes ansiedad, es la respuesta mágica para todo.
    
      Pero sí es cierto que nos afectan, bueno hablaré por mí, me afectan muchas cosas, desde el tiempo, la presión atmosférica, que oye, a mí me duele más en los días nublados y grises, hasta pensar que tengo que llevar el coche al taller esta semana y no sé lo que me va a costar, el estrés me produce dolor.
     Y mira que medito, que practico atención plena siempre que puedo, pero hay cosas que me parece se llevan en los genes y mi ADN lleva impreso el miedo a los cambios, a los imprevistos.
      Es broma, en realidad es algo que me llevo trabajando tiempo, pero no acabo de perfeccionar.

        Mi experiencia con el dolor, con mi dolor, es larga ya, así tontamente, han pasado ya más de 15 años, y claro en todos estos años mi percepción, mi vivencia del dolor ha cambiado, porque un día decidí cambiar mi forma de vivirlo y puedo asegurar que por mucho que pase el tiempo, sigo adaptándome, sigo trabajándome día a día el convivir con una enfermedad crónica como es la Fibromialgia, cuya característica esencial es el dolor.

       


      Porque si bien al principio el dolor inundaba mi vida, con el paso de los años he aprendido que se puede vivir con dolor, con dolor crónico, se puede vivir, se puede ser feliz. Aceptando que el dolor forma parte de tu vida, pero dándole el lugar que merece, y mi dolor va en un huequito de mi bolso, ahí con las llaves, los kleenex o el monedero. 









       Me acompaña siempre, es cierto, y a veces hace que mi bolso pese demasiado y no me pueda mover del sitio, pero entonces pienso, vale, nos quedamos, pero vamos a aprovechar para hacer algo aquí quieta en el sofá. Y entonces me pongo a leer, a escribir, o simplemente a jugar con el móvil o curiosear por internet. La idea, y sé que la he repetido cientos de veces, es mantener el cerebro ocupado, activo, para que se olvide, en la medida de lo posible del dolor que atenaza mi cuerpo. A mí me funciona.

            También he aprendido a hacer un uso responsable de mi dolor, o, mejor dicho, de mi energía, porque si algo tiene mi amiga la fibromialgia es que es vengativa y rencorosa, yo diría que incluso celosa, ella quiere ser el centro de mi vida, así que cuando me ve disfrutar, pasarlo bien, olvidarme de ella, me lo hace pagar caro, muy caro. Sé que mi cuerpo tiene energía para un número limitado de horas, de actividad, y que si las supero me duele más no sólo en ese momento, sino que el dolor, el pago, durará varios días. De manera que he abandonado el "no pasa nada, si yo puedo" porque no me compensa, he superado el miedo, la vergüenza a decir no, a rechazar planes, porque ahora pienso ante todo en mí, no en cómo se sentirán los demás si les digo que no.
     Como siempre digo, cuidar de ti no es egoísmo es supervivencia.


     

      Pero como he dicho al inicio, aún hay muchas cosas que me afectan y producen más dolor, quizás mi mente es demasiado cuadriculada, y necesita tenerlo todo controlado; recuerdo que hace años, el sólo hecho de quedar con alguien, me producía un estrés tremendo, y en consecuencia, dolor, de cabeza, de espalda, de todo. Mi cabeza iba a mil, y no podía dejar de pensar, "y si llego tarde, saldré antes", "y si la otra persona llega tarde", "y si alguien me ve esperando, pensarán que estoy sola", "he cerrado la puerta", "he apagado el gas, seguro que no y explota", "y si dice de ir a algún sitio y tengo que llevarle, pensará que conduzco fatal"......y así hasta el infinito y más allá. 
    
       Mi vida era un continuo "y si", no era vida, mi ansiedad anticipatoria me amargaba la vida, la mía y la de los que me rodeaban, porque les hacía partícipes de mis miedos, de mis "y si" y claro como no me entendían, me estresaba más aún y mi miedo y ansiedad eran mayores. 
     Con esta actitud, ¡¡¡cómo no me iba a doler!!!, hasta las pestañas me dolían. Pero cómo todo en esta vida, se supera, si quieres claro; y yo quería estar mejor, no hacerme daño, ni hacérselo a los míos. Así que poco a poco, y aunque llegué tarde para mi familia porque ya estaba rota, fui cambiando, aprendiendo, madurando.

     Y en ello sigo, porque ahora mi autoestima está en niveles aceptables, porque ahora confío en mí, me quiero, y eso se refleja en mi actitud. Soy una persona segura, más calmada, que ha aceptado su enfermedad, y sabe manejarla, vivir con ella. 

    Me queda mucho por aprender, sin duda, pero estoy en el camino, ahora como siempre repito hasta la saciedad, me centro en vivir, en sentir, en disfrutar la vida, que a mí me parece maravillosa, aún con fibromialgia, aún con dolor crónico; porque estoy viva y no me falta nada; y ya que esta enfermedad parece que me va a acompañar durante bastante tiempo, pues más vale llevarse bien con ella.

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