Síndrome de Piernas Inquietas, tiene un nombre que cuanto menos evoca la imagen de una marioneta que mueve las piernas y los brazos descontroladamente, aunque a mí lo que me trae a la memoria es una imagen de la mítica Lina Morgan y sus movimientos de piernas; tiene un nombre que puede resultar hasta cómico.
Pero quizás, pensándolo mejor, es más como el inigualable Chiquito de la Calzada. Pero de divertido tiene poco, muy poco, vamos que no me hace ni puta gracia, (perdón, perdón). Este síndrome, también llamado de Willis-Ekbom, es un trastorno de origen neurológico, y se caracteriza por molestias o dolor en las extremidades mientras se está en reposo, sintiendo la necesidad de moverlas continuamente para evitar esas sensaciones que vuelven a aparecer a los pocos segundos.
Las personas
que tenemos fibromialgia tenemos la gran suerte de padecer esta enfermedad un
10% más que el resto de población, y es tan común entre nosotros, que el 31% lo
sufrimos.
Sí, lo tengo,
lo sufro, porque ya puestos a tener pues oye, el lote completo de la
fibromialgia, para qué vamos a andar con tonterías.
Así que el Síndrome
de Piernas Inquietas de vez en cuando aparece en mis noches para hacerme
compañía, y es una sensación muy desagradable, molesta, irritante, porque yo me
acuesto, me relajo, intento dormir y de pronto, sin venir a cuento me empiezan
a doler las rodillas y necesito moverlas, y así se pasa la incomodidad, pero a
los pocos segundos vuelve otra vez, y por mucho que intento no moverme,
concentrarme en que no siento nada, no hay manera, el dolor aparece una y otra
vez, y mis piernas se mueven al final incontroladas.
Pero lo mejor
de lo mejor, es cuando me afecta a piernas y brazos, entonces me duelen codos y
rodillas, y ahí estoy yo en la cama moviéndome sin parar; y claro así no hay
quien duerma, porque, aunque a veces lo consiga, porque las molestias son menos
intensas, porque estoy relajada, porque estoy agotada, el sueño con este
Síndrome no es reparador, no se descansa ya que se producen micro despertares
que alteran el ciclo del sueño.
El lado
positivo, porque lo tiene por supuesto, es que no me suele dar muy a menudo, un
par de veces al mes, o tres cómo mucho; eso no es nada, si lo comparamos con el
dolor que me acompaña todos los días.
Y que he
aprendido a calmarme, a no ponerme nerviosa, y así poder llegar a dormirme,
aunque no sea un sueño del todo reparador, pero estoy tranquila y descansando.
Aunque hoy
no, hoy se me ha juntado una noche de insomnio y el síndrome, así que aquí
estoy desde las dos de la mañana dando vueltas; eso sí, he aprovechado para
leer un poco, curiosear por internet, escribir y darme una ducha calentita que
me ha dado energía para afrontar este día que ya auguro va a ser largo, pero será un gran día, seguro.
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