Me pone muy nerviosa escuchar a alguien decir, “yo es que no puedo”, me
pone nerviosa y de mal humor; sí, ya sé que es una tontería, pero no lo puedo
evitar.
Y mira que yo muchas veces lo he dicho, lo decía; y quizás por eso mismo
me da rabia oírlo, porque sé que es una excusa, sé que es una autolimitación,
por miedo, por inseguridad, por múltiples razones, pero ahí está. Esa frase que
repetimos infinitas veces en nuestra vida.
Y la repetimos, sin pararnos a pensar que ese pensamiento negativo, se
traduce en una emoción negativa.
Nuestras emociones son, en parte, las reacciones que nuestro cuerpo
produce como consecuencia de los pensamientos. Esos pensamientos negativos que
invaden nuestra mente son la causa de nuestras emociones; sí, es cierto, los
pensamientos crean nuestro estado de ánimo.
Y es que a veces no nos damos cuenta, hemos interiorizado nuestro modo de
pensar negativo, lo hemos integrado tanto en nuestra vida, que se ha convertido
en automático. Pero son estos pensamientos los que hacen que nos sintamos
tristes, ansiosos, enfadados, inferiores.
Por tanto, si somos capaces, (muchas veces necesitamos ayuda profesional
para lograrlo), de identificar esos pensamientos y somos capaces de cambiarlos,
¡¡¡Nos sentiremos mejor!!!!
Claro que no es tarea fácil, no señor, no lo es; y os lo dice alguien que
ha tenido a lo largo de su vida todo tipo de pensamientos negativos,
(distorsiones cognitivas). Y seguro que aún me queda alguno, de vez en cuando,
pero sí, he cambiado gran parte de esos pensamientos por otros más realistas, y
me siento mejor, me siento feliz, porque ahora yo elijo cómo me afectan las
cosas, yo elijo como me siento, y sin duda, siempre elegiré vivir, sentir,
disfrutar.
Mi peor pensamiento negativo era el “debería”, el “tengo que”, ahora
recapacito, lo veo desde la distancia y pienso que eso no era vida, así era
imposible ser feliz, y hacer feliz a los que me rodeaban.
Y es que el “debería” es de lo peor, yo me lo aplicaba a mí y a los
demás, (tenía para todos, jajajaja.), de manera que tenía mis reglas
inflexibles y rígidas de lo que todos deberían pensar y sentir; mis
pensamientos eran del tipo:
“Debería comprenderme, no tendría que tratarme así”
“Debería ser buena en todo lo que hago, ser perfecta”
“Tengo que hacer más, ser la mejor”
Total, que como es lógico mis debería iban acompañados de un nivel de
autoexigencia tan irreal, tan desmesurado, que, desembocaban en estrés y
ansiedad. Es mala compañera la autoexigencia, pero muy mala. Te lleva a forzar
tus límites en un intento desesperado de ser mejor. Pero esta necesidad de ser
mejor no es más que el reflejo de una autoestima baja, y la necesidad de
aprobación, de reconocimiento por parte del entorno.
Y con el “no puedo” ocurre lo mismo, oculta un sentimiento de
inferioridad, miedo al fracaso, al qué dirán, esconde una baja autoestima,
convirtiéndose así en una barrera que nosotros mismos nos ponemos para la
realización de nuestras metas.
Acabar con los pensamientos negativos no es fácil, muchas veces, como he
comentado antes, necesitaremos ayuda profesional; pero no es imposible, ni
mucho menos. Es un proceso laborioso, eso sí, que requiere esfuerzo y
compromiso por nuestra parte, pero que a la larga nos reportará grandes
beneficios.
Algunas de las estrategias para acabar con ellos son:
1- Modifica tu lenguaje corporal y gestual. Sonríe,
relaja la postura, enderézate.
2- Habla de tus preocupaciones, confía en alguien y háblalo,
te sentirás mejor, parece que todo es más fácil cuando cuentas los problemas,
los pones sobre la mesa, se ven desde otra perspectiva.
3- Practica la relajación y/o la meditación; es
imposible cambiar pensamientos con un nivel de ansiedad, de estrés importante,
antes hay que relajarse.
4- Reflexiona sobre el problema, intenta verlo de una
manera más optimista.
5- Ocupa tu mente, tu tiempo, en algo que te guste, una
actividad que te llene, que te agrade. Mantener la mente ocupada es importante,
no dejarás hueco a esos pensamientos negativos.
6- Haz alguna actividad física, por supuesto adecuada a
tu situación, camina, pasea, haz bici, algo que te guste y que no te haga daño;
el cerebro se activa cuando realizamos ejercicio.
7- Piensa, repasa, recuerda todo lo que tienes en la
vida, lo que te hace feliz, lo que te hace sonreír. Muchas veces nos olvidamos
de estas pequeñas que son las que al fin y al cabo llenan nuestros días.
Personalmente, yo intento siempre sonreír, y la
verdad es que no me cuesta mucho esfuerzo, ya no me tengo que parar a pensar en
ello, porque soy feliz, y sonrío, sí, sonrío. Reflexiono mucho, intento sacar
las cosas, los problemas fuera de mí y darles otro punto de vista; también hago
meditación, no toda la que me gustaría, lo confieso, pero la hago, me encanta y
reconozco que me ayuda muchísimo con el dolor.
También intento llenar mi vida, mis ratos vacíos
haciendo lo que me gusta, leer, escribir, ver una serie, pasear, compartir un vino,
busco siempre cosas que me hagan sonreír, que me motiven, y ciertamente me
faltan horas al día para todo, no me aburro nunca.
E indudablemente soy consciente de las cosas que
tengo en mi vida y que me hacen feliz, porque son muchas, de verdad que sí,
desde las más sencillas cómo el agua caliente de la ducha, hasta lo más
importante, mi hija. Hay muchas, muchísimas cosas que me hacen feliz, la luz
del sol, ver el mar, tomarme un vermú en buena compañía, los mensajes de buenos
días de gente que me importa, estar en mi casa, mis sábanas nuevas, estrenar
ropa, mi próximo viaje……soy feliz.
Mis pensamientos son más sanos que nunca, curiosamente cuándo peor está mi cuerpo, pero soy feliz, vivo, disfruto, siento la vida, y es maravillosa.
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