Mi historia con Fibromialgia

     Cuéntame tu historia.     Esta frase me la dijo una de esas personas que la enfermedad ha acercado a mi vida y que nada más entrar han hecho mi mundo más bonito.     Cuéntame tu historia; vaya parece fácil, verdad.

     Pues nada, a ello voy; pensé yo muy ufana, muy ilusa.
     Y empecé a escribir, y a mitad de página ya estaba deprimida. Que espanto de historia, que negativa, que frustrante.

     Llevaba media página y aún no había avanzado nada en el tiempo, y todo era triste y desmoralizador. En un primer momento me dije, no lo hago, no me apetece revivir 15 años de historia, con sus años negros, sus momentos lamentables. Y abandoné, ahora lo único que pensaba era cómo decirle a esta persona que no podía escribir lo que me pedía.
     Durante días le he estado dando vueltas y más vueltas, venga Maite, que tú puedes, es por una buena causa, vamos a ayudar a personas que tengan Fibromialgia, vamos a animarles a seguir Siempre Adelante.

     Pero es que mi historia con la fibro fue durante mucho tiempo eso, una historia de pérdidas, de depresiones, de dolor, de rechazo, de limitaciones, de pruebas; una historia llena de lágrimas y dolor. Tengo Fibromialgia, tengo dolor crónico desde hace 15 años, no ha sido fácil.
    
     Así que en lugar de contar penas, cosa que odio; pues voy a contar el lado positivo de estos años, porque lo hay; sí, no estoy loca, tener una enfermedad crónica también tiene sus cosas buenas, no es que sea bueno, por supuesto que no lo es, pero sí tiene cosas buenas, que debemos aprovechar.
     Y es que si bien la fibro me  llevó a perderlo todo, también me ha dado mucho, sobre todo superados los primeros años. Porque sí, arruinó mi matrimonio, mi vida social, laboral, económica.... todo, arrasó con todo.
    
      Hasta que llegó un día en que me planteé qué vida estaba llevando, cómo estaba llevando la enfermedad, o mejor dicho, cómo estaba la enfermedad llevando mi vida, porque lo dominaba todo, lo asolaba todo. Fue a partir de ese instante cuándo comprendí que debía cambiar, y recuerdo que el primer cambio que hice fue dejar de denominarme enferma, pasar de decir que estaba enferma, a decir sencillamente, qué tenía una enfermedad. Simple verdad; pero para mí supuso un gran cambio. Porque mientras me consideraba enferma, ponía a la fibro en el centro de mi vida, todo lo ocupaba; todo giraba en torno a ella; sin embargo, en el mismo instante en que dije, no soy una enferma, sólo tengo una enfermedad, mi vida cambió, o mejor dicho, yo decidí cambiar mi vida.
     Y desde entonces, sigo pensando igual; tengo fibro igual que tengo los ojos marrones, o el pelo rizado, es una característica mía; pero no soy yo. Yo soy mucho más que una enfermedad, mucho más que unos rizos. Yo soy fuerza, voluntad, coraje, alegría, vida. 

     Yo soy el centro de mi vida, (no me olvido de mi hija, evidentemente, que es quien da sentido a mi vida), y todo gira en torno a mí,  ahora soy yo la que decide, la que elige, la que manda.
     Dejé de lado el "yo es que no puedo, tengo fibro" y lo cambié por un "venga vamos". Decidí aceptar la enfermedad, informarme objetivamente, desligarme de todo aquello y aquellos que consumían mi energía y no me aportaban nada positivo, tan sólo una falsa realidad dominada por la fibro. Aparté todo lo negativo de mi vida, y me centré en tomar las riendas de mi vida, de mi situación.

      Empecé a quererme, a escucharme, y fui creciendo, lentamente, poco a poco, porque uno no cambia de la noche a la mañana, no te levantas un día y te dices, me he cansado de ser así, de tener poca autoestima, de vivir pendiente de los demás, y zassss, se hizo el cambio; no, no funciona así, ojalá, verdad; sería todo mucho más fácil.

     Es un proceso lento, una carrera de fondo, en la que lo primero que has de cambiar es el lenguaje; mi primer cambio fue ese, cambié el soy una enferma, por tengo una enfermedad; el no puedo tengo fibro, por el venga vamos. Y así muchas frases, muchas consignas que me decía.

     Cambiar el lenguaje es una tarea relativamente fácil, requiere práctica y atención, pero es bastante sencillo, y es el primer paso para cambiar tu vida, para cambiar tu estado de ánimo. Porque somos lo que nos decimos, (es que yo soy torpe, lo asumes, te lo crees, lo eres), creemos lo que afirmamos, (soy torpe). De manera que si cambiamos nuestra forma de hablar, cambiaremos nuestra forma de pensar, (es que nunca lo he hecho pero lo puedo intentar; suena mejor que, es que yo soy torpe); e incluso cambiaremos nuestra forma de vernos, de aceptarnos.

      Nos equivocamos al pensar que el lenguaje sirve sólo para comunicarnos, no es correcto; el lenguaje nos crea, crea la visión que tenemos de nosotros mismos, y del mundo en general.

        Así que yo no sólo dejé de decir que estaba enferma, que no podía porque tenía fibro, además también cambié otra serie de expresiones con las que nos autolimitamos, como por ejemplo "tengo que"; está ultima me la enseñó el psicólogo del grupo de autoapoyo de la Unidad de Fibromialgia donde me llevan, en Alicante; cambiamos el "tengo que" por "es mejor que". Por ejemplo, Tengo que limpiar la casa, porque hay que tenerla limpia, porque esta sucia, porque lo tengo que hacer yo......(¿os suena?), ahora lo cambio por Será mejor que limpie un poco, así no se me acumula y me resultará más fácil.
       
      Y de esta manera, poco a poco, fui cambiando mi realidad, porque tenía una enfermedad, sí, una enfermedad que me iba a generar dolor crónico, una enfermedad crónica; no obstante, mi vida no acababa ahí, mi vida no iba a ser desdichada, desesperante, mi vida no iba a ser cruel, ni iba a quedarme sola por el resto de mis días. No, nada más lejos; esas eran afirmaciones que yo me hacía, que me creía, y que en el mismo instante en que empecé a cambiarlas, cambió mi realidad, cambió mi vida. Es decir, por muy atroz que parezca, yo soy la responsable de mi tristeza, mi infelicidad, bueno, lo era; porque ahora, al cambiar mi lenguaje, al cambiar las cosas que me digo, soy la responsable de mi felicidad, de mi alegría, de mi optimismo.

     Porque ahora me repito una y otra vez, Siempre Adelante Maite, Siempre Adelante, porque la vida es maravillosa y está llena de momentos, de personas, de pequeñas cosas maravillosas, que suelen pasarnos desapercibidas y efectivamente así era, antes no me fijaba, no le daba valor a un día soleado, y ahora pienso que soy afortunada de vivir en mi ciudad, porque yo adoro el sol, me da energía, me da la vida; tampoco me daba cuenta del placer absoluto que supone una ducha con agua caliente, ni de la felicidad que me produce un mensaje de buenos días de cierta persona. Antes la vida pasaba, la vida me pasaba, me pasaban cosas, me pasaban personas, me pasaban instantes y no era consciente de su valor, de lo que aportaban a mi vida. Ahora, vivo, ahora siento, disfruto de cada momento, de cada pequeña cosa, ahora percibo a las personas, a las que me aportan, a las que quiero, y soy feliz de tener todo eso en mi vida, me siento afortunada. 
     Quizás pueda parecer una tontería que me conforme con tan poco, pero para mí es importante, me hace feliz tumbarme en mi cama con unas sábanas limpias, con el olor del suavizante que me gusta, ese momento de taparme y respirar el suave aroma, me hace feliz, muy feliz.
      Porque ahora me miro al espejo cada mañana y me digo ¡Qué soy grande, coño!, y doy gracias al universo, a la vida, y a mí misma, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.

    Y sencillamente vivo, y soy feliz, y tengo fibromialgia; los años van pasando y con más o menos dolor, con más o menos síntomas, mi amiga la fibro me acompaña siempre; y cómo he dicho al inicio, me ha ayudado, he aprendido mucho con ella.
         

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