Que soy optimista, alegre, positiva y vital creo que todos lo sabéis; pero también tengo mis días regulares, peores, menos buenos, porque en esta vida no todo es blanco o negro, ni siquiera una escala de grises; yo tengo mis días de colores.
Días de un azul intenso porque brilla el sol y me siento llena de energía; días rosas porque paso más tiempo con la gente que quiero, con la que de verdad me importan; días verdes porque siento que lo estoy haciendo bien; días rojos porque los lleno de pasión; días naranjas porque los dedico a poner en orden mi casa, mi vida; días fucsia porque me siento creativa.... colores y más colores que llenan mis días.
Quizás penséis que estoy loca, pero yo lo vivo, lo veo así. Es más me centro en intentar que haya color, en evitar los días grises y negros que para mí están llenos de quejas, de lamentos, de amargura, de tristeza; esos días aunque intentan amanecer en mi vida hago lo posible por teñirlos de color.
Hoy es un día de un tono violeta intenso, un Pantone 235 C, porque mi cabeza está nublada, está encerrada en una neblina que no le deja pensar ni actuar con claridad. Tal vez por eso este desvarío tan lleno de pigmentos y matices.
Y podréis pensar que hoy es un mal día, pero no, solo es un día peor, un día algo más complicado, que se me está haciendo eterno, pero es un día que también está lleno de cosas buenas, como el sol tan espectacular que luce y que entra a borbotones por mis ventanas bañando mi casa de luz, de calor; es un día que estoy compartiendo con una de mis personas favoritas y estoy feliz; a pesar de todo, sigo estando feliz. Porque no me cansaré de repetirlo, yo elijo cómo afrontar las cosas, las situaciones, y he decidido ser feliz, pese a todo; pese a todos.
Es un día peor, de los que se me están acumulando demasiados últimamente, pero que le vamos a hacer, la fibro es así; por eso no me rindo. A pesar de tener ganas de llorar, de gritar, a pesar de saber y reconocer que no estoy bien; no es un día malo, porque la vida me sigue pareciendo maravillosa y llena de cosas buenas, y con ellas me quedo.
La pena es que hay gente a la que le molesta mi optimismo, mi felicidad, personas que me dicen, "oye, no seas tan feliz y positiva que deprimes al resto", me pasa demasiado a menudo tener que leer o escuchar esto. Y me parece muy triste, no el que haya gente que lo pase mal al ver a otros felices, no, eso lo respeto porque cada persona es un mundo y estamos en un momento personal, familiar, social, distinto.

Y es que tenemos derecho a expresarnos libremente, siempre y cuando nuestros pensamientos, ideas y opiniones no entren en conflicto con otros derechos igualmente protegidos.
Tenemos derecho a expresarnos libremente, pero no a ser felices, o al menos no a demostrarlo; porque a mí me han dicho en más de una ocasión, no seas tan positiva que deprimes; pero a mí no se me ha ocurrido nunca decirle a alguien que expresa su dolor, su negatividad, sus malas experiencias, "oye, no seas así que me deprimes, que me aburres".
Hay dos palabras, respeto y tolerancia que desgraciadamente se pierden en la inmensidad de las redes sociales; y es muy lamentable comprobar cómo se han convertido en un entorno para la intolerancia, la falta de respeto, de empatía. Cuándo deberían ser el marco para el trabajo en equipo, la colaboración, el apoyo; más si cabe cuando hablamos de enfermedad, y si rizamos más el rizo de una enfermedad invisible como es la fibromialgia, cuya mayor queja por parte de las afectadas es que nadie entiende nuestro dolor, nuestro sufrimiento. Irónico verdad. En lugar de ser más constructivos y aportar ideas de cambio, que mejoren nuestra calidad de vida, nos dedicamos a criticar a machacar a todo aquél que tiene una actitud positiva.