A contracorriente.



        Mi vida tiene otro ritmo, si, así me siento la mayor parte del tiempo.Es cómo si mi vida transcurriera en una cinta transportadora, pero me he puesto al revés, y no avanzo, claro que no avanzo, voy al revés, a contracorriente.Justamente así me siento muchas, demasiadas veces.

     Cuándo voy andando por cualquier lugar, me da la sensación que no progreso, y yo me estoy esforzando, o eso me parece; porque tengo la impresión que voy rápido, que soy veloz; hasta me agoto en pocos minutos, pero no; mi ritmo no es vertiginoso, mi velocidad no es impresionante; la gente pasa a mi lado adelantándome.
Entonces me paro y pienso; Maite, relájate, disfruta del paseo y ve a tu ritmo, no te esfuerces porque no vale la pena sufrir luego más dolor.
     Y efectivamente comienzo a andar más tranquilamente, más relajada, más recta, pero sobre todo más feliz, porque estoy disfrutando del paseo, y es entonces cuando empiezo a ser consciente de mi entorno, de lo que me rodea, pero también de mí, de mi mente, de mi cuerpo.
     Yo pensaba que simplemente me "empanaba", quiero decir, me centraba en mí, en no pensar; me centraba en disfrutar del paseo, del sol, de la luz; me centraba en sentir la comodidad de mis zapatos, el abrigo que me proporcionaba la ropa; me centraba en sonreír. 
       Pasear y sonreír al sol.
    Eso se llama Atención Plena, (también conocida como Mindfulness) lo descubrí un día en la Unidad de Fibromialgia donde me atienden; cuando empezamos el grupo de autoapoyo, el psicólogo (¡cuánto tengo que agradecerle!) nos hablo de Meditación y Atención Plena, y a lo largo de las sesiones, y con la práctica en casa de la meditación, fuí mejorando la técnica.
     La Atención Plena es prestar atención, ser consciente de todo lo que pasa en nosotros, pensamientos, emociones, sensaciones; y en el medio que nos rodea. 
Prestar atención, sin más, sin pararnos a juzgar si es adecuado o no todo lo que percibimos. No pensamos en problemas, ni en sus causas, consecuencias, ni tan siquiera en sus soluciones; es sentir, dejarse llevar.
     Resulta que llevo años haciéndolo sin ponerle nombre, hay momentos en los que me centro en respirar y sentir el momento presente, sin más.
     Y me ayuda, a controlar mi ansiedad; a concentrarme, a despejar mi mente, mi cabeza. Me ayuda a ser más consciente del dolor, a localizarlo; me ayuda a reducirlo.
    Sí, me ayuda a que la percepción del dolor disminuya, porque en la práctica de la Atención Plena me centro en el momento, en el presente, no presto atención a pensamientos tipo "cuánto me duele hoy, no puedo hacer nada", "seguro que la medicación no me hace efecto y tendré más dolor", elimino todo pensamiento negativo referente al pasado y al futuro, y compruebo mi dolor en el momento;lo siento, y al liberarlo de la carga de pasado y futuro, disminuye, porque disminuye la presión psicológica, la ansiedad y el estres que añaden los pensamientos sobre pasado y futuro.
     Me ayuda también a interiorizar el control de mi dolor, de mi enfermedad; ya no la veo como algo fuera de control, algo externo a mí, sobre lo que no puedo actuar; gracias a la meditación, soy consciente de mi situación,  de lo que puedo hacer para llevarla mejor, es decir, mi forma de relacionarme con el dolor; y he elegido aceptarlo y adaptarme. Aceptar mi nueva realidad, mi nuevo ritmo de vida, adaptándome para que mi vida siga siendo plena.
    Porque, no me cansaré de decirlo, la vida es maravillosa y está llena de momentos, de personas, que nos hacen sonreír, que nos hacen feliz. Y con eso me quedo.
     No se si me explico, no se si me entendéis, pero a mí me funciona.
     Y ojo, que no tiene ningún componente religioso, es simplemente bienestar.

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